jueves, 28 de febrero de 2013

ESTO Y AQUELLO


A veces querríamos escribir cosas que sólo nosotros mismos pudiéramos comprender, desarrollar una escritura estrictamente privada. El problema es que siempre habrá alguien que crea entender, alguien que dirá “me gusta/me disgusta esto” mientras el autor sigue convencido de que esto es en realidad aquello. A partir de ese momento crítico en que se produce el robo de sentido, el escrito se independiza (quizás para siempre) del autor que creía poseerlo.
Donde existen palabras muere el secreto y nace –a veces– la literatura. El único modo de preservar nuestro lenguaje privado consiste en negarse a escribir o en morir sin ser leídos.

“–Oye: tengo que contarte un secreto.
–¿Un secreto secreto?
–No, hombre; en tal caso no te lo contaría.”

(Diálogo entre dos adolescentes en una biblioteca coruñesa)