lunes, 18 de febrero de 2013

ASOMARSE AL ABISMO


Hemos partido de la lógica para construir un discurso narrativo convencional. La propia lógica, como disciplina, es una convención; y las convenciones sólo son objetivas si entendemos la objetividad como una suerte de intersubjetividad más o menos democratizada. Asumir una objetividad de sustrato no-intersubjetivo equivale a sostener: a) que Dios dicta y sólo algunos comprenden; b) que nadie dicta y, por lo tanto, nadie comprende; c) que alguien (o algo) dicta y muchos asumen (la comprensión no encuentra aquí su espacio).
a)      Discurso teológico.
b)      Discurso nihilista.
c)      Discurso capitalista.
Cuando hablemos de objetividad, no conviene perder de vista su naturaleza intersubjetiva –con todos los problemas que ello acarrea–. De lo contrario estaremos jugando a ser: a) dioses (o “iniciados”); b) relativistas peligrosos; o c) borregos parlantes.
Con respecto a los discursos narrativos no-convencionales, el principal riesgo es este otro: ijwnerg wijfgiweu jiwnergui iwebgnwieogjui iduwjrgionjr iwergio.
Lo dicho: que todo son problemas, independientemente del punto de partida.
Juntar dos o más palabras es ya asomarse al abismo.