jueves, 27 de junio de 2013

PASADO INMEMORIAL


Mínimo apunte teórico a propósito de la penúltima entrada de este blog:

“(…) Ese pasado es inmemorial precisamente porque jamás fue presente; o porque jamás pasó ni aconteció; o porque nunca sucedió. Y sin embargo, precisamente por no haber sido nunca, ni haber existido (ni acontecido ni sucedido) por eso mismo es lo que es: algo que, por llamarlo de algún modo, debe determinarse como pasado inmemorial.
(…)
Ese pasado nunca fue; pero en su pura y espectral inexistencia insiste en ser pasado; y sólo pasado. Es un pasado que siempre fue, que siempre fue eso: eternamente pasado. O que jamás nunca fue otra cosa que pasado (y sólo pasado).”


(Eugenio Trías, El hilo de la verdad).

martes, 25 de junio de 2013

EL DÍA MÁS MENTIROSO DEL AÑO


El primer día del verano es también el más mentiroso del año, pues anticipa la ilusión de todo aquello que no volverá a suceder. Uno sale a la calle y huele el cambio de temperatura –porque el calor tiene un aroma especial, inconfundible– pensando irremediablemente en playas de arena blanquísima, en bikinis (o speedos) prietos, en interminables noches de luna llena junto a hogueras crepitantes, alrededor de las cuales se habrán reunido amigos y guitarras, abrazos y confesiones, sonrisas y nostalgias compartidas. Pero lo cierto es que desde hace años el calor nos agobia hasta el punto de obligarnos a permanecer a cubierto cada vez que el termómetro supera los treinta grados, que la playa nos aburre sin remisión a menos que tengamos un buen libro a mano –y además el agua siempre está más fría de lo que parece–, que muchos amigos llevan siglos desperdigados, injertados en diferentes coordenadas geográficas o emocionales, y que ni siquiera los bikinis prietos suponen un aliciente ahora que el top-less campa a sus anchas. Entonces recordamos que el auténtico verano es un estado mental, una proyección del subconsciente; una puta mentira, vamos. Y nos conformamos con asumir la única conclusión razonable, la que nos permite seguir adelante para así cargar con Junio, Julio, Agosto y sus respectivas memorias: que aquel verano idílico (el que en cada caso fuere) tan largo, tan emocionante, tan dulce e insoportablemente amarillo, fue también con toda seguridad un verano nunca-sucedido, un paraíso perdido que –como en la canción de Iván Ferreiro– nunca perdimos porque nunca tuvimos, y que solamente está en nuestra cabeza. 

jueves, 20 de junio de 2013

PERDER Y RECUPERAR


Le perdí el respeto a mi profesor de filosofía del instituto cuando, al preguntarle a qué se refería exactamente Anaximandro cuando hablaba del ápeiron, me contestó que aquel concepto era más bien una metáfora de índole poética. El respeto quedó restablecido cuando, años más tarde, en quinto de carrera, otro formidable profesor me hizo ver que Anaximandro estaba más allá de la filosofía, de la poesía o de la mística, pues había reunido el valor necesario para escribir, en una sola y enigmática línea, “la única Verdad que merece ser grabada a fuego en las pieles de la Historia” (sic):

“Tubo de torbellino”.

Ahí es nada. Si existe algo más perfecto, que baje Hegel y lo lea.


(P. S. de última hora): Si por cualquier razón –sea ésta The following, Homeland o (Dios no lo quiera) Juego de tronos– también usted está perdiéndole el respeto a las series de televisión, quizás ha llegado el momento de recuperarlo revisitando la todavía insuperada Los Soprano, obra maestra de David Chase protagonizada por el entrañablemente brutal James Gandolfini, que en paz descanse.

lunes, 17 de junio de 2013

COLEGA, ¿DÓNDE ESTÁ MI REVOLUCIÓN?


De un tiempo a esta parte (esta parte del mundo, de la conciencia) usted viene sospechando que abrir un periódico en domingo, con lo a gusto que se está en el sofá escuchando –qué sé yo– a Mahler, es como poco una locura de cuatro pares de vaginas. Porque locuras suele encontrar, indefectiblemente, el que noticias busca entre sus páginas; esto es empírico, señores. Sin embargo, a veces conviene seguir exponiéndose al impreso sinsentido dominical, aunque sólo sea para conectar el “locurómetro” y así comprobar hasta qué punto incluso el mundo de la publicidad (que es de lo que tratan realmente los periódicos) está perdiendo definitivamente la chaveta.
¿Recuerdan aquello del “turismo revolucionario”? sí, hombre: aquello de quedar con los amigos en verano para coger un avión a Cuba y hacer todos juntos “La ruta del Ché”, ataviados con camisetas serigrafiadas made in Bangladesh de hoces y martillos. También estaba la variante rusa, claro, consistente en rendir pleitesía al cadáver incorrupto del camarada Lenin para acabar alcoholizado a base de vodka en la Plaza Roja. Pues bien, resulta que una conocida agencia de viajes decide ahora dar otra vuelta de tuerca al ya manido concepto ofreciéndonos una experiencia turística irrepetible –ojo, que no me lo estoy inventando: El País, domingo 16 de junio de 2013, pag. 33 (edición impresa)–: “Viaja a Corea del Norte. La oportunidad de vivir una experiencia única”. Las aclaraciones del anuncio (que viene a toda página, a todo color y a todo Régimen, fotografía de un sonriente Kim Jong-un con bandera estrellada incluida) contribuyen a despejar cualquier tipo de duda: “No está permitido el acceso a periodistas y fotógrafos”. “No se podrá utilizar su tarjeta SIM ni dispositivos GPS”. “No está disponible el acceso a internet”. “Restricciones de vestimenta”. Todo ello, cómo no, adornado con símbolos de prohibición de lo más atractivo sobre cálido fondo anaranjado. Se ofertan un “Tour Julio” y un “Tour Agosto”, ambos de 8 días/7 noches, con salidas desde Pekín, desde 1450 euros. ¿A qué están esperando? No se lo piensen: todavía están a tiempo de plantarle cara al Imperio.

Tras discutir (y posteriormente rechazar) con mi no-esposa la posibilidad de que el periódico o la agencia de viajes nos estén gastando una monumental broma, ya sólo me resta lamentarme, repetirme una y otra vez el viejo mantra: Colega, ¿dónde está mi revolución? Y lo que es peor: ¿Dónde no está? Porque estoy convencido de que, si algo hay más peligroso que la derecha autoritaria, ese algo es la derecha autoritaria disfrazada de resistencia trendy.

jueves, 13 de junio de 2013

ESCALANDO LA MONTAÑA DEL RIDÍCULO


Un servidor pensaba que, tras el ya tristemente histórico "cospedalazo", al Think Tank del Partido Popular no le quedaría más remedio que convocar una reunión de emergencia a fin de repartir bozales (o despidos procedentísimos) entre sus dirigentes menos dotados para el arte de la oratoria. Me equivocaba, claro. Ahora resulta que un cínico Carlos Floriano se afana en aclararnos –indignado el tío, no se lo pierdan– que a efectos prácticos el (llamémosle) descuido fiscal de su compañero de filas, García Escudero, viene a ser poco menos que una bendición para las arcas públicas. En fin, pobre hombre. Menuda putada le han hecho; la declaración le sale a pagar.
Algún día tendremos que explicarles a nuestros hijos –esos mismos que en el peor de los casos Gallardón nos forzará a alumbrar de cualquier modo– cómo fue posible esto de conjugar tan perfectamente, en un solo gobierno, la desfachatez y el conservadurismo más atroces de la historia de la democracia. Mientras algunos se divierten escalando la montaña del ridículo, usted va dejando de creer en la política institucional como motor de cambio y yo sigo dejándome caer cada tres meses por las oficinas del INEM para renovar la tarjeta del paro. Fuck yeah.

lunes, 10 de junio de 2013

VISIONES DEL FUTURO


Un telescopio tan potente que nos permita divisar, allá a lo lejos, nuestra propia nuca.

jueves, 6 de junio de 2013

LA FRASE-BOFETADA (Definición)


Dícese de aquella construcción sintáctica, generalmente (aunque no siempre) escrita por un Autor de indudable calidad literaria, cuyo grado de perfección termina por hacer mella –véase Síndrome de Stendhal– en la siempre atribulada mente del escritor-cachorro, al que no le queda más remedio que asumir, tras haberla releído varias veces, su evidente condición de mero aprendiz en el noble arte de juntar palabras. (Orgasmo intelectual).
Ej. “(…) tan impresionado se sentía ante la maravilla de aquel breve abismo de realidad absoluta abierto entre dos falsas llamaradas de vida ficticia”.
(V. Nabokov, Ada o el ardor).

lunes, 3 de junio de 2013

LOS DEDOS DE UNA MANO AMPUTADA


Los amigos –esas personas que se cuentan con los dedos de una mano amputada– conservan a veces su disposición al diálogo abierto y desnudo que los hace dignos merecedores de tal nombre. Si esas veces también nosotros somos capaces de estar a la altura de las circunstancias, de desnudarnos frente al espejo deformante sin llevarnos la mano a los genitales, es probable que nuestro reflejo nos cuente –vía amigo– un par de cosas importantes que creíamos haber olvidado. Un buen amigo nos recuerda quiénes fuimos, quiénes somos, quiénes queremos ser y, en el peor de los casos, por qué dejamos de ser amigos. El mejor amigo es el que desvela sin pudor todas las trampas de la amistad para regalarnos a cambio un par de verdades pequeñas, difícilmente explicables o aplicables; como aquella de que no tiene ningún sentido taparse las vergüenzas con una mano amputada. Y menos frente a un espejo hecho de dedos que en realidad son nuestros.