Un
servidor pensaba que, tras el ya tristemente histórico "cospedalazo", al Think Tank del Partido Popular no le
quedaría más remedio que convocar una reunión de emergencia a fin de repartir
bozales (o despidos procedentísimos) entre sus dirigentes menos dotados para el
arte de la oratoria. Me equivocaba, claro. Ahora resulta que un cínico Carlos Floriano
se afana en aclararnos –indignado el tío, no se lo pierdan– que a efectos
prácticos el (llamémosle) descuido fiscal de su compañero de filas, García
Escudero, viene a ser poco menos que una bendición para las arcas públicas. En
fin, pobre hombre. Menuda putada le han hecho; la declaración le sale a pagar.
Algún
día tendremos que explicarles a nuestros hijos –esos mismos que en el peor de
los casos Gallardón nos forzará a alumbrar de cualquier modo– cómo fue posible
esto de conjugar tan perfectamente, en un solo gobierno, la desfachatez y el
conservadurismo más atroces de la historia de la democracia. Mientras algunos
se divierten escalando la montaña del ridículo, usted va dejando de creer en la
política institucional como motor de cambio y yo sigo dejándome caer cada tres
meses por las oficinas del INEM para renovar la tarjeta del paro. Fuck yeah.