lunes, 29 de abril de 2013

A MODO DE DEFENSA


Intuyo que al señor Rajoy le gusta la EPA cuando calla, porque está como ausente, pero no debería ignorar que los datos escandalosos son también personas legítimamente cabreadas que de vez en cuando, además de hablar, señalan culpables y demandan soluciones, como es lógico. Estamos hablando (de) 6 millones de parados, el 27% (!) de la población activa –se dice pronto–; una demostración cuasi empírica de que las políticas de austeridad, empezando por la desastrosa reforma (anti)laboral y terminando por los incesantes (re-re-re)recortes en los servicios públicos, nos conducen inequívocamente a la miseria social, al “emigra o muere”, al desahucio y a la náusea. ¿O no? Pues miren, a juzgar por la actitud del Ejecutivo se ve que, como diría Joaquín Reyes, “efectivamente y no”, o dicho de otro modo, que todo esto es opinable y que estamos sacando las cosas de quicio. Guay.
Uno se pregunta ahora dónde está el “porcentaje de ebullición” –éste sí incontestable– que más tarde o más temprano transformará a las masas desempleadas en una verdadera amenaza para el orden social (y ríase entonces usted de los escraches); pero también conviene preguntarse –aunque resulte un poco más incómodo, claro– a partir de qué porcentaje de parados (o desahuciados, desnutridos, etc.) podríamos empezar a hablar de violencia del Estado contra sus ciudadanos. “Es que no es el Estado, es Europa”, dirán algunos. Pero la pregunta en cualquier caso no varía y yo la dejo aquí a modo de defensa, sin aspavientos, desde la ingenuidad más radical y con todo el pacifismo del mundo.
Los que todavía creemos en Europa como utopía realizable –pobres de nosotros– esperamos y merecemos una respuesta.