Pienso
en la franja de Gaza y me pregunto si, dada la situación, el ejército israelí
no tendría ya previsto el escenario actual. Admito que quizás sea un
interrogante tendencioso, pero no consigo sustraerme a la lógica del ejercicio
especulativo, así que háganse cargo de mi temperamento y déjenme hacer. Imagino
el razonamiento de los altos mandos sionistas: “Los tenemos sitiados, aislados,
cabreados, enfermos. Pero sobre todo hemos diezmado sus esperanzas. Es un
hecho. Tarde o temprano volverán a radicalizarse, alguno soltará un petardazo
que nos servirá de excusa para defender
nuestro territorio. Pues bien, cuando ese momento llegue asegúrense de pegar
bien fuerte al enemigo. Porque mientras la comunidad internacional crea que en
efecto nos defendemos, tendremos la oportunidad de dejar claro, de una vez por
todas, quién manda en estos lares”.
Hace
unos días Obama declaraba que Israel tiene derecho a defenderse. Podría
defenderse de Hamás o del propio Netanyahu, pero finalmente lo hará (como
siempre) del indefenso pueblo palestino. Mientras, el ejército exclama: “¡Eureka!”
Ahora
parece que se declara una tregua. 5 víctimas mortales a un lado de la franja; 155 al otro. Adivinen.
Tiembla,
Gaza, tiembla.