Al fin
puedo decirlo con conocimiento de causa (la presión socio-cultural, ustedes
saben): las peripecias de Walter White resultan, en efecto, de lo más
estimulante; son, digamos, un dignísimo entretenimiento, pero uno no puede sino
concluir, muy a su pesar –y es que son muchas las noches invertidas– que hay
más poesía en un solo capítulo de Hora de
aventuras que en una temporada completa de Breaking bad. A ver si estamos todos tontos o qué: vale que el
emperador no está desnudo, pero tampoco es que vista de Armani, vaya.
A
propósito del tema (no de esta serie en concreto, sino del arte fílmico en
general) adjunto una reciente reflexión –no por obvia menos certera– de Paul Schrader:
“Lo
singular ahora es que la sociedad demanda menos de los artistas. Si la gente
demanda más a los artistas, los creadores son mejores. Así que la clave no sólo
está en las películas, sino en el público.”
Soberbio
el trabajo de Bryan Cranston, por otra parte. Y no se preocupen, que ya me
callo y enseguida estoy de vuelta en el calabozo de los apestados.
P.S. En
el conocido portal satírico de noticias falsas El mundo today han sabido captar a la perfección, con el humor que
les caracteriza, la esencia del problema. Dejo el enlace AQUÍ.