lunes, 11 de julio de 2016

LAS VERDADES PEQUEÑAS


       …O inaugurar un depósito de Verdades Pequeñas, donde uno pueda decir “verde” o “estrógeno”, y otro demostrar ortodoxias atenuadas, y ambos compartir sus hallazgos diminutos sin pensar nunca más en Verdades Grandes; un salón de reuniones, una cafetería, quizás una mesa de billar; discusiones cordiales, de andar por casa, y al final de la jornada tarta Selva Negra para todos. ¿Y si a alguien se le ocurre decir “eso no es cierto”? pues se le quiere, se le comprende, se le perdona. Lo importante es que el depósito siga funcionando, que el conocimiento fluya hasta estancarse. Cuando la masa de Verdades Pequeñas adquiera uniformidad y consistencia, ¿qué haremos entonces? Pregúntese mejor qué harán las Verdades Pequeñas. Porque si en ese momento deciden confabularse para dar lugar a la Gran Verdad –que es algo mucho más impredecible que una mera Verdad Grande– no resulta difícil imaginar el surgimiento de una anarquía férrea, o de una dictadura flexible (quién sabe si algo peor), en cuyo caso el color verde pasará a ser solamente verde y a ningún integrante de la organización se le pasará ya por la cabeza la posibilidad de relacionarlo con los estrógenos, con las galletas o con la libertad. El riesgo es obvio.
       Es por ello que nosotros abogamos por un sistema inicial de compartimentos estancos a fin de prevenir el desastre. En cualquier caso, no más de tres Verdades Pequeñas en un mismo cajón. Y siempre vigiladas. Siempre.