jueves, 31 de octubre de 2013

ESE OTRO MOMENTO (3)


O ese otro momento en que te dices (o más bien te dicen, o de hecho te recuerdan) que sería interesante escribir algo acerca de Ander Herrera, el jugador de fútbol, el jovencito ese del Athletic de Bilbao, el educado, el guapete, el que sabe hilar más de dos frases con sentido, el único futbolista del mundo capaz de confesar en el túnel de vestuarios, así, en caliente, justo después de terminar su partido contra el Getafe, que sí, que ha hecho trampa, que lo siente mucho, que ha habido “piscinazo”, que no lo volverá a hacer, que ya está bien de putear a los árbitros, que la culpa es suya y sólo suya, hostia, y que está avergonzado. Ese otro momento en que te olvidas del reciente Clásico, de Messi, de Cristiano, del espectáculo del fútbol, y te acuerdas de ese otro espectáculo cada vez más extraño de la moralidad, de la honestidad, del compromiso y del honor. De palabras tan gruesas, que diría Beckett.

Ese otro momento en que imaginas –e inmediatamente descartas en mitad de una agria carcajada– la posibilidad de asistir (hoy, mañana, la semana que viene) a semejante asunción de culpa, de mero conocimiento –a propósito de un espionaje programado, masivo e indiscriminado, nada que ver con un alegre “piscinazo” en el área rival–, por parte de un señor con muchísimas más responsabilidades (“the land of the free”) que Ander Herrera, ese otro momento en que un tal Obama, que ni es jugador de fútbol, ni le faltan asesores, ni tiene por qué responder en caliente, pero en cambio es persona culta, instruida, todo un Premio Nobel de la Paz, el momento, te dices, en que el condenado Obama de los cojones diga, haga, se excuse, amague acaso, vamos, no sé si me explico… ese otro momento.