viernes, 21 de marzo de 2014

TERAPIA


       El avión Eduardo tiene verdadero pánico a transportar pasajeros en su interior. Muy especialmente teme a aquellos que lo pilotan, pues ya desde bien pequeño viene desarrollando una manifiesta repulsión por los aviones –o, en su defecto, personas– que pretenden imponerle obligaciones conductuales de cualquier tipo. La terapia de grupo, a la que lleva sometido una temporada, le resulta tediosa e inservible; es más, casi diría que le están tomando el pelo. Los psicólogos dicen que también conviene ponerse en el lugar de los pasajeros, pues aseguran que es común entre ellos el denominado “Miedo a volar”. Es increíble la cantidad de supersticiones que hay que soportar en esta vida, piensa el avión Eduardo mientras recuerda a Ícaro y Dédalo, pero sobre todo el ataque a Pearl Harbour y alguna otra cosa peor.