lunes, 7 de marzo de 2016

PARA LOS NIÑOS


–Podemos quedarnos aquí. Mañana no sé, pero hoy sí. Llama a tu tía Concha y dile que nos preste algo de dinero; dile que será la última vez. Yo puedo llamar a Rafa, a Ramiro, qué sé yo. Puede que el casero vaya de farol, con estas cosas ya se sabe; a lo mejor sólo quiere presionarnos un poco. Tú no te preocupes, que todo va a salir bien.
–Me han llamado del banco, Félix. No van a concedernos el crédito.
–Hijos de puta…
–Sí, hijos de puta y todo lo que tú quieras, pero no nos lo conceden. ¿Qué pasa con tus padres?
–Ya sabes que mis padres no pueden…
–Pues si ellos no pueden, nosotros tampoco.
–Bueno, mujer, mañana tengo la entrevista.
–Y aunque te cogieran seguiríamos en las mismas, ¿cuándo cobrarías la primera nómina?
–A mes vencido, claro; pero quizás en el banco reconsiderarían lo del crédito.
–No sé.
–Tienes que llamar a Concha: hazme caso.
–La última vez me dijo precisamente eso, que era la última vez. ¿Qué quieres que le diga?
–Pues eso, que lo necesitamos.
–Ella también lo necesita.
–¡Joder, Carmen! ¡Sólo trato de ofrecer soluciones!
–Pues llama a Rafa o a Ramiro.
–¡Eso iba a hacer, acabo de decírtelo!
–Tranquilízate, no me hables en ese tono.
–Lo siento.
–Yo también.
–…
–…
–Mira, estoy pensando que…
–¿Qué?
–Que esto es una emergencia y…
–No vayas por ahí, porque sabes que no.
–Pero Rafa y Ramiro… ¡Qué coño! ya sabes que ni siquiera me van a coger el teléfono.
–He dicho que no y basta.
–Venga, Carmen; no hay para tanto.
–¿Que no hay para tanto?
–…
–…
–Pero vamos a ver, Carmen…
–Ni vamos a ver ni nada.
–...
–No pienso volver a hacer la calle. Hace muchos años de eso. Ahora tenemos hijos…
–Y hay que darles de comer, Carmen.
–Prefiero que se mueran de hambre.
–¡Es increíble!
–¿El qué?
–Que siempre has sido una zorra, que nunca has dejado de serlo.
–No me hables así, Félix: no te lo consiento.
–¡Yo te saqué de la calle, hostia! ¡Seguirías allí, en cualquier esquina, abriéndote de piernas, de no ser por mí! ¿Tan grave es que vuelvas temporalmente, por nosotros, por tu familia?
–Si mi familia necesita que haga eso, entonces no necesito una familia.
–No dramatices, sólo sería por un tiempo.
–¿Pero tú sabes lo que me estás pidiendo?
–Claro que lo sé, y me duele, pero…
–Pero nada; no tienes ni idea, Félix. Ni puta idea de lo que estás diciendo.
–Ya, yo no tengo ni puta idea ¿no?
–Está claro que no.
–No, claro.
–...
–Deberías irte entonces. Para lo que ayudas…
–No hablas en serio.
–Ya no sé cuándo hablo en broma. Ni me interesa saber cuándo lo hago en serio.
–Félix, que me largo…
–Haz lo que quieras.
–Y no vuelvo más...
–Pues no vuelvas. Pero ten al menos la decencia de enviarnos algo de dinero.
–Dinero.
–Sí, dinero. Para los niños…
–…
–Carmen…
–Te he oído. Para los niños.
–Sí, eso he dicho. Para los niños.
–Para los niños, me dices.
–Eso, los niños.
–Los niños.
–Eso.
–…
–…
–Pero los niños…
–No me hagas reír, Carmen.