lunes, 13 de junio de 2016

APRENDER A SOÑAR


       En la colina hay una casa, en la casa, un dormitorio, en el dormitorio, una cama, y en la cama, un hombre que duerme. Ese hombre sueña con una cama que no tiene, con un dormitorio que no existe, con una casa en otra colina. Cuando se despierta, el hombre se asoma a la ventana y suspira. “Otra vez, maldita sea”, dice para sí, y se retira a un rincón del dormitorio pensando en su cama, en su casa y en su colina, que quizás todavía no hayan aprendido a soñar correctamente. Por último las reprende con severidad, al borde del ensañamiento.