jueves, 5 de febrero de 2015

REBELIÓN DE LAS MASAS


      Desde entonces todo marcha bien en nuestro planeta. Los supermentales ganamos la batalla y los submentales no tuvieron más remedio que aceptar la derrota. Ahora los confinamos a las afueras de las ciudades; hemos construido celdas diminutas y mugrientas en las que puedan trabajar para nosotros. Los hemos esclavizado, sí, pero siempre en aras del bien común. Lo que todavía no logramos entender es por qué algunos, a pesar de ser submentales, triplican nuestro cociente intelectual medio. Muchos son artistas o científicos. Cuando alguno de ellos presenta una nueva teoría física o educativa, uno diría que se está cometiendo una terrible injusticia contra su raza. La nueva situación plantearía más de un problema ético si no fuera porque sabemos que son submentales, razonamiento que afortunadamente nos mantiene a salvo de la barbarie.