El día
26 de junio de 1954, el gran Julio Ramón Ribeyro escribía estas líneas en La tentación del fracaso:
“Los
treinta años será mi punto de referencia. Si a esa edad no me encuentro en
condiciones de publicar algo duradero, podré reconocer que me he engañado
lamentablemente sobre mi vocación y que es tiempo de cambiar de oficio.
Mientras tanto esperemos sin perder la esperanza”.
Pues
bien, ahora toca confesar: acabo de cumplir treinta años. Fíjense que hasta me
he dejado bigote.
Creo
que ha llegado el momento de reorientar este blog, así que, emulando descarada
y torpemente las directrices del Maestro, pongamos de una vez las cartas sobre
la mesa…
1. Antecedentes:
En
agosto de 2009 terminé las correcciones de mi primer libro de relatos.
Razonablemente satisfecho del resultado, opté por enviarlo a concurso. Hombre A, Hombre B resultó finalista en
la XIII edición de los Premios Mario Vargas Llosa NH de Relatos (2010), en la
modalidad de mejor colección inédita. Ganó, por supuesto, Cristina Peri Rossi.
Yo tenía entonces veinticinco años.
2. La sorpresa:
A raíz
de (1),
cierta editorial gallega se interesó por publicar mi obra. A falta de mejores
ofertas, acepté. Firmamos un contrato en el que pactábamos que el libro saldría
al mercado en el primer semestre de 2011. Finalmente no fue así. La editorial
cayó en concurso de acreedores, dando al traste con todo lo anteriormente
convenido (y firmado). Seguí escribiendo.
3. La determinación:
Asumí
de una vez por todas que un escritor joven, inédito, parado, periférico, mal
relacionado y absolutamente desconocido –centrado, para colmo de males, en el
género del cuento– sólo puede aspirar a una cosa: escribir más, escribir mejor,
independientemente de si sus obras se publican o no. A eso me he dedicado, prácticamente
a tiempo completo, durante los últimos cinco años.
4. El proyecto:
El
proyecto es que no hay proyecto, porque ya he hecho lo que tenía que hacer.
Tengo cinco libros inéditos metidos en un cajón, listos para ser publicados.
Cada uno de ellos es, si me lo permiten, mejor que el anterior. De todos modos he
decidido presentarles el ya referido Hombre
A, Hombre B, por ser el único avalado con una mención relativamente importante.
A partir del próximo lunes, y a razón de dos
relatos semanales, iré colgando en este blog la totalidad de esa obra con la
no-tan-secreta esperanza de que algún editor valiente decida apostar por ella y
se anime a publicarla. No descarto hacer lo mismo con las siguientes.
Nota: Todos los relatos que se van a mostrar
en esta página web figuran –a mi nombre, como es obvio– en el Registro de la
Propiedad Intelectual.
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