lunes, 18 de enero de 2016

EN EL MEJOR DE LOS MUNDOS POSIBLES


       En el mejor de los mundos posibles, muy de vez en cuando, alguien estrella, por desidia o por pereza, un vaso de cristal contra el suelo, reduciéndolo a añicos. Cuando esto sucede se produce un silencio indescriptible y tardamos unos segundos en perdonar al autor de semejante atrocidad, recordando a modo de justificación los múltiples robos, asesinatos y violaciones que tienen lugar ininterrumpidamente en mundos menos favorecidos. A fin de cuentas terminamos asumiendo que el mejor de los mundos posibles es aquel que contiene, en la medida de lo posible, el resto de los mundos, y el amasijo de cristales rotos nos sirve como metáfora, como recordatorio. Así que nos limitamos a poner a salvo el resto de vasos y cambiamos de tema, confiando en que el terror se disipe cuanto antes y tratando de mantener la mejor de las calmas. Porque, como he dicho al principio, estas cosas sólo suceden muy de vez en cuando.
       Los cristales rotos se utilizan para fabricar nuevos vasos que nadie osará romper mientras recordemos el último incidente.