lunes, 25 de enero de 2016

EL JUEGO ES LA RESPUESTA


       “Ya sé que los artistas, los escritores, sois gente así… bohemia”.
       Yo quería partirle la cara, porque detesto ese lugar común. Me limité a contestarle con una sonrisa, a la que añadí algunas palabras. Le dije que no, que no se equivocase, que yo era, en todo caso, un pobre muerto de hambre, un comunista desengañado, un paria, un hombre cargado de bilis, un elitista irredento, un diletante, una fiera frustrada, un torpe aspirante a, un capullo que no entiende este tipo de comentarios, una persona muy delgada, un fumador empedernido, un señor en paro, un amante aplicado, un filósofo de bar, un escritorzuelo de madrugada, un enemigo diplomático, una persona que le odia a usted profundamente desde el respeto, una patada en los huevos cuando menos te lo esperas, un chico más bien bajito, un ciclotímico profesional, una barba pegada a una cara, un infierno en miniatura –amigo de sus amigos–, una nota a pie de página, un soldado desarmado y un insomne incurable, pero que de bohemio, en definitiva, yo no tenía nada. 
       Le dije todo esto, aunque sólo mentalmente. Y sin dejar de sonreír.
       Después le dejé pagar la cuenta, porque, como todo el mundo sabe, los bohemios nunca llevamos un duro encima. Esto sí se lo dije, y entonces sonrió, orgulloso de contribuir, siquiera mínimamente, a la manutención de un artista.