lunes, 20 de octubre de 2014

EXPERIMENTOS


      Bustok aún recuerda sus primeras caladas al pitillo, sus primeros paquetes de Chesterfield comprados a medias con algún otro quinceañero de su misma clase, sus clandestinas excursiones al lavabo de chicos, sus chicles de menta para ocultar el aliento delator a sus padres. Sí señor, y empezó de la única manera posible: sólo por probar.
       Bustok aún recuerda sus primeros tragos de alcohol, sus primeras botellas de Dyc compradas a medias con Tacho, sus torpes incursiones en la noche, sus vomitonas refrescantes antes de volver a casa, cuando decía para sus adentros que aquello sólo lo hacía por probar.
       Bustok aún recuerda sus primeras piedras de hachís, sus primeros tratos con los dealers de los barrios bajos, sus colocones de media tarde en plazas públicas cuyo nombre no ha olvidado, sus bajones de tensión en los bancos de la alameda, cuando, sólo por probar, aprendía a liar porros por sí mismo.
       Bustok aún recuerda sus primeras rayas de coca, sus gramitos en el bolsillo los viernes de madrugada, sus alianzas con la taza del váter de algún pub grotesco, donde sus amigos le animaban a destrozarse el tabique nasal entre risas y abrazos fingidos. Estas cosas, le decían, hay que hacerlas al menos una vez en la vida, aunque sólo sea por probar.
       Bustok aún recuerda sus absurdas relaciones con el LSD, sus viajes mentales a ninguna parte en fiestas trasnochadas carentes de sentido, sus dragones, sus pitufos y sus orgías con maromos que, por obra de los alucinógenos, parecían geishas exuberantes. En una ocasión, sólo por probar, decidió mezclar el ácido con éxtasis líquido.
    Los padres de Bustok han internado a su hijo en una clínica de desintoxicación especialmente famosa por la metodología espartana que emplea para rehabilitar a sus pacientes. El otro día traté de convencerles de que hicieran hablar a Bustok con un psiquiatra especializado, pues estoy convencido de que la clínica acabará con él definitivamente. Sus padres me contestan que están desesperados, que ya han agotado todas las vías posibles y que, en realidad, esto último lo hacen sólo por probar.
        A mí me pareció justo.