lunes, 1 de septiembre de 2014

GEMELOS


       El caso de los gemelos que decidieron intercambiar sus identidades es un magnífico ejemplo del poder de la autosugestión. Herminio y Anabasio convinieron que sería un juego interesante y no tardaron en ponerlo en práctica desde bien niños. Incluso ya adultos, dejando atrás el pudor de la niñez, los mellizos seguían haciendo de las suyas con intenciones no siempre inocentes. Así, el primero se plantó un día en casa de la mujer de Anabasio –en calidad de Anabasio– y el segundo hizo lo propio con la esposa de Herminio. Resultando ambos encuentros plenamente satisfactorios, los gemelos postergaron irresponsablemente la vuelta a la normalidad, y el paso de los años contribuyó a reafirmarles en su nuevo papel. Un momento llegó en que, cuando la mujer de Herminio preguntaba por su hermano Anabasio, el Anabasio biológico allí presente no se sentía ya interpelado. Como a Herminio le sucedía algo parecido, los gemelos tomaron la decisión de intercambiar también su documento nacional de identidad, sólo por ver qué pasaba, llevando la treta hasta sus últimas consecuencias.
      Las vidas de los gemelos, así como las de sus esposas, transcurrieron felices y dichosas a partir de entonces. Anabasio y Herminio jamás sospecharon que sus mujeres estaban al tanto del engaño desde el principio.