lunes, 2 de junio de 2014

LA ESFERA PERFECTA


     El carpintero retrocede unos pasos y, desde esta nueva perspectiva, contempla su obra terminada. Parece una esfera perfecta, murmura, aunque el sentido común y ciertos preceptos básicos de geometría vengan a decirme lo contrario. Será mejor que avise al herrero.
           El carpintero y el herrero permanecen callados ante la esfera de madera; ninguno se atreve a decir lo que ambos piensan: parece perfecta y, sin embargo, no puede serlo. Es increíble, afirma de una vez el herrero, siempre pensé que sería más fácil hacerla de metal. Deberíamos avisar a los medios.
      Las cámaras de las principales televisiones estatales filman durante horas la hipnótica esfera de madera. Queridos televidentes, acierta a pronunciar un periodista conmovido, esto es lo más bello que el ser humano haya visto en siglos. Devolvemos la conexión no sin antes aconsejar que visiten ustedes el pequeño taller del carpintero para ver este prodigio.
      Al caer la tarde, el taller del carpintero es un hervidero de señoras cotillas, niños curiosos, señores aburridos y matemáticos escépticos. Son estos últimos los que convencen al artesano para trasladar provisionalmente la esfera de madera a un laboratorio independiente, a fin de confirmar o desmentir la perfección de la misma.
       Las noticias no se hacen esperar, y en breve son publicadas por la directiva de Mathematical Journey (Editorial del número correspondiente al mes de Diciembre): “La popular esfera de madera es un fraude (...) como anticipaban desde un principio sólidas leyes físicas, la creación del carpintero es sutilmente imperfecta”.
      Risueño, el carpintero acude al taller de su amigo el herrero. Ya sabía yo, le dice éste, que no podía ser totalmente perfecta. Estoy de acuerdo contigo, responde aquel, pero recuérdame que en el próximo pedido a la distribuidora incluya madera brasileña. El material que me llega de Canadá siempre deja mucho que desear.
       Cuando llega la madera, el carpintero reemprende su labor.