jueves, 19 de junio de 2014

LA CASA

  
       No sé si será cierto todo lo que cuentan sobre él, sobre la casa, pero lo que es indudable es que empezó a construirla hace cuarenta años, con sus propias manos. Al principio, aunque ahora resulte difícil de creer, comenzó siendo una planta sencilla: baño, cocina, salón y dormitorio; más tarde, una segunda con chimenea y varias habitaciones desiertas se elevaba sobre ésta, porque Don Pérdomo vive solo y nadie conoce sus razones –todo siempre lleno de ladrillos y cemento, no se sabe si este hombre descansará algún día–. Cuando la obra parecía terminada y los vecinos respirábamos aliviados, la maquinaria pesada mitigó nuestras esperanzas. Primero una nueva edificación en el terreno que le había comprado a Ambrosio, después un puente de hormigón entre las dos casas y, encima de éste, un helipuerto provisional que acabó convirtiéndose en pista de tenis; la piscina olímpica llegaría tres años más tarde (algunos dicen que la inauguró el mismísimo alcalde). Entonces, recién enterrados Pepa y Sancho, Don Pérdomo alegó que estos le debían muchísimo dinero y el juez creyó justo darle en propiedad sus tierras. En esta ocasión diseñó un túnel subterráneo –ahora un metro– con el que comunicar todas sus dependencias y, tras haber recibido aquel cuantioso premio de arquitectura amateur, terminó de colocar las placas solares que deseaba, esas mismas que ahora, suspendidas a treinta metros del suelo, nos privan de luz natural. Lo del aire es otro problema, porque su sistema de purificación atmosférica despide constantes nubes de gases tóxicos; pero lo peor de todo fue cuando atravesó nuestro jardín con un montacargas horizontal: ese fue el principio del fin. Ahora que no podemos salir de nuestra casa sin invadir alguna sección de la suya, sin pisar alguno de sus puentes, de sus pasadizos, de sus halls y salones, me pregunto qué se propone Don Pérdomo, qué más puede pedir ahora que la ciudad es completamente suya. A veces –no muchas– nos cruzamos con él y le vemos triste, pero el muy cretino se aleja chascando los dedos y la gente no sabe y especula, y eso es todo.