jueves, 5 de junio de 2014

CRIMEN PASIONAL


       ...Fíjese que no tengo remordimientos; la maté y ya está. Yo volvía de jugar al golf como cada viernes y ahí estaba ella, en nuestra cama, con una polla desconocida en la boca. Y claro, al principio me quedé clavado y no dije nada, sobre todo porque ellos todavía no me habían descubierto –la habitación es bastante grande, usted sabe–. Así que me senté silencioso en un rincón y... bueno, pues que me puse bastante cachondo, no voy a negarlo ahora. Cuando quise darme cuenta ya me había desnudado del todo y tenía el badajo más duro que un ladrillo. Sí, claro que ellos pararon en cuanto me vieron, pero tampoco supieron reaccionar. No sé... todo fue muy rápido; no les quedó otra que invitarme, yo acepté educadamente –no soy un reaccionario– y... qué quiere que le diga: de perdidos al río.
       Cuando él se fue, mi mujer y yo permanecimos callados en la cama durante... quizás una hora y media, no estoy seguro. Yo pensaba que si nuestra relación podía sobrevivir a algo así, eso significaba que estábamos hechos el uno para el otro (con eventuales participaciones, por qué no, de algún tercero). Entonces, feliz como estaba, la besé en la boca y noté un minúsculo grumo de semen en su labio superior –esto ya me empezó a cabrear, porque no sólo no era mío, sino que además mi mujer siempre rechazaba este tipo de prácticas conmigo; quiero decir que nunca llegaba hasta el final, no sé si me explico–. Se lo dije y se enfadó, pero, como le he dicho, no lo negó en ningún momento. Bien, ésta es mi versión de los hechos: la muy puta, en mitad del trío y mientras yo estaba orinando sobre su ano, había aprovechado para tragarse el esperma de aquel negro... ¡Ella solita, sin compartir ni una mísera gota!, ¡y yo que me mataba a trabajar para que estuviera como una reina y no le faltase de nada! Sí, perdone, ya me calmo... pero que conste que era una desagradecida y que, como le decía, no me arrepiento. Por cierto, hay que ver lo bien que les sienta a ustedes el uniforme, agente...