lunes, 17 de febrero de 2014

PLACER

      
       Eudemonía no podría estar más en desacuerdo con el fantasma de Freud. El principio del placer le parece una burda estratagema reduccionista y no está dispuesta a aceptarlo así como así. La felicidad, argumenta nuestra amiga, es un concepto demasiado trascendental como para enmarcarlo en el ámbito de la mera sensación. Sin embargo ha de admitir que el fantasma de Freud, rodeado de una nutrida jauría de penes flotantes, parece sospechosamente feliz.