jueves, 27 de febrero de 2014

DEUDAS

       
       Hace meses que Vázquez y Nogueira se deben mutuamente la cantidad de cinco mil euros. Desde entonces Vázquez esquiva conscientemente los lugares que Nogueira frecuenta, básicamente porque no desea perder una amistad que estima en grado sumo. Nogueira, a su vez, aunque de forma inconsciente, se rige por la misma norma que su amigo. Ninguno de los dos sabe, sin embargo, que el otro ha pedido ya un crédito para hacer frente a la incómoda situación. Vázquez ha recurrido a ciertos altos directivos, de la empresa en que trabaja, para que figuren en calidad de avales ante los prestamistas de su sucursal bancaria habitual. Nogueira, por su parte, tendrá que hipotecar su recién comprado vehículo para hacer frente a la devolución del importe, y de hecho se pregunta si no hubiese sido más fácil venderlo directamente. Ambos maldicen, mientras dura el conflicto, el día en que se les ocurrió pedir tal cantidad de dinero a un amigo íntimo. Ambos celebran, finalmente, el momento en que pueden dar la deuda por saldada. Por otro lado, de nada hubiese servido que alguien les mostrara la imposibilidad de deberse mutuamente la misma cantidad de dinero, pues la deuda equivale exactamente a la suma a percibir, como resulta a todas luces evidente. Una deuda es una deuda, en todo caso, y la culpa de esta estimación habrá de recaer sobre la educación judeocristiana, contra la que poco podemos hacer a estas alturas del cuento.