jueves, 16 de enero de 2014

UNA DISPUTA

       
       Pic sabe que Poc no tiene razón en absoluto. Opina que la conversación ha derivado definitivamente hacia la descalificación encubierta, y así se lo hace saber a su amigo. Poc se ofende al principio, deja reposar en la mesa su taza de té y trata de expresar de nuevo su razonamiento para que Pic asienta, ya desarmado. Pic piensa entonces que odia a Poc y que se odia todavía más a sí mismo por no ser capaz de manifestarlo, por no haber sido capaz de manifestarlo nunca; lo odia con todas sus fuerzas y desea matarle. Poc sentencia convenientemente su conclusión y aguarda paternal la respuesta de Pic. La respuesta de Pic se transforma en un sonoro puñetazo que Poc, como no puede ser de otra manera, recibe con indignación. Los dos amigos se enzarzan después en una lluvia de golpes-meteorito que se hunden en sus respectivas complexiones no demasiado atléticas. Pic se hace finalmente con un cuchillo que asiste desde la mesa al dantesco festival de mamporros, lo entierra en el vientre de Poc, y ya sólo escucha el alarido impotente de su rival. Meses más tarde, en mitad del juicio, Pic explica al juez el motivo de la disputa. El magistrado dicta sentencia, los abogados se retiran y algunas mujeres lloran, pero Pic gana la batalla por segunda vez. Poc era un hombre extremadamente feo y así ha de constar a los efectos oportunos. Al día siguiente Pic reúne el valor suficiente para pedir disculpas a la viuda.