jueves, 9 de enero de 2014

UN PRÓLOGO


       Quizás le parezca a usted fácil, pero no se precipite todavía. Faltan unos cuantos renglones para el salto al vacío, a la página en blanco que invariablemente se ensucia. Despídase por adelantado de las letras y de las frases, de las risas y los llantos. Ahora; pase ahora la página. Recuerde que el olvido no le pertenece al libro, sino sólo a usted. Hombre A, Hombre B... eso poco importa. Quien lee es A o B, pero nunca Y o Z, nunca incógnita insondable. Míreme a los ojos, pues estoy detrás del texto, más allá, donde los signos se trepanan. Donde –quizás a usted– le parezca fácil.