jueves, 20 de junio de 2013

PERDER Y RECUPERAR


Le perdí el respeto a mi profesor de filosofía del instituto cuando, al preguntarle a qué se refería exactamente Anaximandro cuando hablaba del ápeiron, me contestó que aquel concepto era más bien una metáfora de índole poética. El respeto quedó restablecido cuando, años más tarde, en quinto de carrera, otro formidable profesor me hizo ver que Anaximandro estaba más allá de la filosofía, de la poesía o de la mística, pues había reunido el valor necesario para escribir, en una sola y enigmática línea, “la única Verdad que merece ser grabada a fuego en las pieles de la Historia” (sic):

“Tubo de torbellino”.

Ahí es nada. Si existe algo más perfecto, que baje Hegel y lo lea.


(P. S. de última hora): Si por cualquier razón –sea ésta The following, Homeland o (Dios no lo quiera) Juego de tronos– también usted está perdiéndole el respeto a las series de televisión, quizás ha llegado el momento de recuperarlo revisitando la todavía insuperada Los Soprano, obra maestra de David Chase protagonizada por el entrañablemente brutal James Gandolfini, que en paz descanse.