lunes, 22 de abril de 2013

BELLEZA Y APROXIMACIÓN


Entre relato y relato a veces toca lanzarse a la vida, esa sucesión de incógnitas grotescas (vecinos, supermercados, viandantes, semáforos) que algunos incomprensiblemente prefieren al mundo de las palabras   –mucho mejor ordenado y, sin lugar a dudas, más cabal–; quizás menos real, pero sí más verdadero. Pocos entienden que la Realidad y la Verdad son dos ámbitos no ya enemistados, sino simplemente antitéticos: Verdad es el Quijote, mientras que Realidad es la Inquisición Española; Verdad es el Comunismo, Realidad es el Gulag; Verdad es Europa, Realidad es el Eurogrupo; Verdad es belleza, Realidad es aproximación; Verdad es lo que usted querría ser, Realidad es usted a secas. Y no sé usted, pero yo así, a secas, pierdo mucho. Sin embargo cuando me siento y escribo, por ejemplo, “Soy un ser humano”, descubro que sobre el papel no soy menos humano de lo que fue Shakespeare, si alguna vez se sentó a escribir lo mismo. Pensándolo mejor, olviden el condicional: Lo real y el papel (o la pantalla) se repelen mutuamente. Como el despertador del lunes y el recuerdo de las carcajadas del sábado.